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EP#138: Todo es energía

¿Te sientes cansado cuando visitas a tu amigo “el negativo”? ¿Te sientes de buenas y revitalizado cuando visitas a tu amiga la porrista? (Siquitibum Bombita). Tal vez te estás moviendo entre un succionador y un generador de energía. Ten cuidado porque somos como una pila que se carga y descarga dependiendo con quién estés. Todo es energía  

Yo soy Rodrigo Llop y yo te cuento. 

Y si... esto es Azul Chiclamino, la realidad de lo absurdo.  

Me incorporé a una organización sedienta de cambio, pero que en realidad hacía poco. Bueno, mucho por afuera –cortinas, alfombras, sillas y escritorios nuevos- pero nada en la esencia. La compañía laboraba sobre todo con estatutos intrínsecos muy particulares. 

  • Está bien visto quedarse tarde a trabajar –una, dos, tres de la mañana o hasta que se requiera. 

  • Está mal visto llegar temprano –porque si no, uno no rinde a altas horas de la noche. 

  • Está mal visto terminar tu trabajo. El trabajo nunca se acaba. Si acabas, entonces necesitas más.  

  • No hay ninguna forma correcta de hacer las cosas, más que como siempre se han hecho. 

  • Si parece fácil, lo estás haciendo mal. Debe hacerse de forma complicada. 

  • No hay nada que aprender. 

  • Y por supuesto, el jefe siempre tiene la razón. 

Claro, muchas más, pero te das una idea del tipo de organización. Era como... una especie de película de zombis. La gente era gris en emociones y en color de piel. Con ojeras, moviéndose lentos a cada paso, balbuceando frases incomprensibles. Reportes llenos de errores y de sangre... bueno, tal vez de sangre no, pero sí de errores. El miedo verdadero era que te alcanzara el virus ponzoñoso que los había convertido en “eso”

Harto del ambiente tóxico, negativo y drenante que generaba esa cultura, decidí hacer un experimento. Me senté con cada uno de los integrantes de mi equipo y les hice una oferta. 

“Sin consecuencias, sin ataduras, sin represalias, les propongo algo”, les dije. 

“Tendremos dos formas de trabajar, en zonas separadas de la oficina.  

El Equipo A, también denominado Status Quo, Grupo de control, los obscuros o los depresivos: Todo sigue igual. La forma de trabajo, las tareas, los objetivos, la presión, los horarios, las cargas de trabajo. 

El Equipo B, también denominado Cambio, equipo permuta, “Echando a perder se aprende”, “ojalá salga bien” o “las ratas de laboratorio”: Todos están invitados a una nueva forma de trabajo: Balance trabajo / casa, por lo que llegaremos temprano y nos iremos temprano; planeación, el lunes planearemos el resto de la semana y validaremos avances, pero cada quien maneja sus tareas y tiempos; organización plana, somos un equipo relajado en donde la parte jerárquica desaparece, todo se puede hablar, todo se puede discutir, todo se puede criticar; propositivo, el equipo le dice al líder que hay que hacer para mejorar la operación; Aprendizaje obligatorio, yo prepararía charlas, platicas, lecturas y tareas sobre mi experiencia, ellos deberían comprometerse a estar presente y a estudiar; y finalmente relax, si no te diviertes, lo estás haciendo mal.  

El resultado fue sumamente interesante. Se dividió, a mi sorpresa en tres grupos.  

Primero, Los que decidieron no tomar la oferta, prefiriendo el ambiente anterior. Por lo visto era tóxico para mí, pero para ellos era normal, cotidiano, conocido, confortable...  

Segundo, los que decidieron tomar la oferta. Decidieron probar otra cosa. Tal vez por ilusión, por esperanza porque era la última salida, por verdadera empatía con el plan y el estilo de liderazgo. 

Tercero, los que decidieron tomar la oferta, pero cambiaron al final a no tomarla. Este grupo es interesante porque por un lado me dio el avión -por mi lado-, por otro contestaron “lo correcto” y no lo deseado -pensando que podrían ser despedidos- y por otro lado probaron y no les gustó -la más válida de las razones. 

Este es un fenómeno estudiado durante muchos años y se le denomina “contagio emocional”. 

Elaine Hartfield explica que nuestras emociones son contagiosas, pero, sobre todo, que se detonan al imitar o reflejar las expresiones faciales, vocales, posturas o de movimientos de otra persona, existe una convergencia emocional. 

http://www.neurohumanitiestudies.eu/archivio/Emotional_Contagion.pdf 

Cuando yo cambiaba de un sitio de la oficina a otro, me contagiaba del disgusto y la desesperación y cuando pasaba al otro lado, me invadía una lluvia de entusiasmo y nuevas ideas. Era un péndulo emocional. Era como cambiar de canales o swapear entre un Fox News y Friends constantemente, durante todo el día.  

El mejor ejemplo es el bostezo. Si veo a alguien bostezar, comienzo a bostezar. A veces sucede con rascarse. Pero en este caso pueden ser pulgas o algo peor. La diferencia es que el bostezo es momentáneo, instantáneo. La emoción echa raíz y nos contagia todo el día. En efecto, es, como lo dije en un principio sin incluso saberlo, un virus tan contagioso como el zombiomo, la gente que ha sido convertida en zombi –nada que ver con sambismo, la gente que se contagia de bailar samba. 

La gran diferencia de los contagios virulentos es que, en este caso, hay virus positivos y no solo negativos. Cuando tienes un entorno positivo, amigos felices, por ejemplo, tienes mayores probabilidades de ser feliz. Hay una denominada “infección de la felicidad”. Cuando tienes amigos, familiares, colegas felices, tienes un 25% más de probabilidad de ser feliz. Como dijo El Perro Dinamita... ¡GUAU! 

El miedo y la tristeza son contagiosos igual que la felicidad y la alegría. Lo peor es la negatividad. Esta es la más contagiosa de las emociones”, indica Brandon Smith de la universidad de Emory. Smith es conocido como “The Workplace Therapist”.  

https://theworkplacetherapist.com/ 

“Algunas personas son como teflones, otras como antenas. A algunos se les pega todo, a otros se les resbala todo...”  

Déjame explicarte lo que pasaba en mi oficina con el equipo Statu Quo. Unos de ellos se preparaban y se programaban desde temprano, se ponían una coraza emocional de plomo para qué no les afectara lo que sucedía. Otros lo tragaban todo y se enfermaban seguido, constantemente. Tenían problemas en casa y mucha más alopecia.. Bueno... en realidad eso no lo pude medir.  Pero fingirlo, no sirve de nada. Engañas a todos menos a ti mismo.  

¿Cuál fue el resultado? En realidad, el equipo “ratas de laboratorio” operó eficientemente, mucho mejor que el equipo Statu Quo. Este equipo llegaba a las 6am y salía a las 2pm, mientras que el equipo B entraba a las 11 de la mañana y salía a las 2... también de la mañana. Uno era notablemente más eficiente. Notablemente más despierto y más feliz –claro, imposible medir la felicidad más que en el tamaño de las sonrisas y en el tipo de conversaciones, no es así como que usaran pantalones bombachos y zapatos de payaso. Pero ciertamente, ellos también contagiaban energía positiva a su alrededor. Eran generadores de energía positiva y la gente a su alrededor se cargaba, a su vez, de ellos. 

En tiempo, la tasa fue casi 2:1. Lo que un equipo hacía en 8 horas, el otro lo hacía en 15... ¡Casi el doble! En personal, la tasa fue casi 5:1 lo que hacían 5, lo podía hacer uno. Cinco veces. Para mí, entrar en ese ambiente negativo fue complicado. No suelo dejarme llevar o con-ta-giar-me de esos vampiros energéticos, pero eran tantos que había que estar muy atento para no dejarte llevar. Sumergirse en esa energía que succiona, que chupa, que absorbe, qué quita energía era terrible. Estar en un ambiente de energía negativa, no funcionaba para mí, así es que decidí convertirme en un proveedor de energía. En un generador, en un dinamo emocional energético. Como el tipo de los toques que va caminando con su cajita y sus baritas de metal por Garibaldi. “toques toques toquestoquestoques...” Y funcionó. 

Al final, uno de ellos me preguntó “Y fulanito, ¿podemos traerlo a este equipo?” “Lo siento”, contesté mirando por la ventana el amanecer en el horizonte mientras daba un sorbo a mi café. “Es demasiado tarde para él... sálvate tú”. 

Al final salí de la organización por rebelde, revolucionario... creo que incluso por apapachador y “exceso de buena onda” ... Intentaba explicar que no... que no estaba pacheco o “high”, como dicen los gringos. Sin embargo, todo este equipo fue ascendido o tuvo mejores oportunidades antes de que yo saliera de la organización. Punto probado. 

Las lecciones.  

  1. La gente funciona mejor en un ambiente positivo. Lo mismo pasa en la familia. Fíjate que contagias en tu casa, a la hora de levantar a los niños o de darles de cenar. ¿Puros gritos? No me extrañaría que tus hijos estén estresados todo el tiempo. 

  1. La gente responde con respecto al estímulo que les pongas enfrente. 

  1. El trabajo “no debe doler”; “no debe molestar”; “no debe picar”. No debe ser pesado hacer las cosas como ir a trabajar, o ir ver a la familia, o convivir con alguien en particular. Si lo es, entonces algo no está bien.  

  1. Si nunca has sufrido de esto entonces, tal vez seas tu quien pone esa parte negativa. Tal vez seas tu quien succiona energía, quien contagia a la mala, quien roba... tal vez seas tú el vampiro energético de tu empresa, de tu familia, de tus amigos. Tal vez ya no te invitan a salir por eso... ¿No crees? 

Haz la prueba. Sonríe cada vez que platiques con alguien. Sonríe cada vez que veas al pesado de tu jefe. Sonríe cada vez que hables con tu suegra, incluso por teléfono. Sonríe cuando te pare el oficial de tránsito. Sonríe cuando veas a tu peor enemigo, a menos de que sea más alto, más fuerte o más rápido... no vayas a meterte en un problema de esos “quita risas”. 

 

Esto fue Azul Chiclamino, la realidad de lo absurdo. Yo soy Rodrigo Llop. Visítame en AzulChiclamino.com. Sígueme en iTunes, spotify, en Soundcloud y en todas las plataformas de podcasting como google podcast, stitcher y todas... suscríbete.  Sigueme en instagram y twitter @rodrigo_llop y en Facebook.  

 

 

Gracias. 

 

  • Mire... es que es usted muy negativo... 

  • ¿negativo? ¡No! 

  • La cosa es que pareciera que todo es negativo... 

  • ¡De ninguna manera! 

  • Falta mucho, oiga. 

  • ¿Yo? Nunca 

  • ¿Y el viernes pasado? 

  • Se murió mi abuelita. 

  • Pues lleva cuatro abuelitas este mes... 

  • Es que al final no se murió hasta que se murió al final... 

  • Y es muy enfermizo. 

  • Es el aire el que está muy fuerte y mis colegas me estornudan en el teclado... No es que sea enfermizo es que son enfermizos los enfermizos de mis compañeros... quíteles un día a ellos. 

  • Es usted muy negativo... siempre de malas, siempre triste, siempre así como... vampirezco... 

  • Es que soy Emo Darketo... la tristeza está de moda. Black is the new Black... 

  • Pues tiene que sonreír más... entusiasmarse... venir de buenas... 

  • Ok, ok... 

  • Bueno, adelante... ¿Ok ok...? Un doble positivo hace un negativo igual que un doble negativo hace un positivo... CHale … este ya me la hizo otra vez.