EP#149: Políticamente (IN)correctos

¿Qué pasa con la política hoy en día? Es un desastre... para algunos. Es un éxito, para otros. Entender la modernidad de la política es tener la capacidad de manejarla a antojo. Informar y manipular, contraatacar y disuadir. Mal informar y repetir. Esa es la fórmula. No me dejarás mentir, todo lo que sucede en la política es políticamente incorrecto.  

 

Hay un sentir común, no importa en que democracia nos encontremos, en qué país o en qué región. Es un mal que atañe a todos los países y es terrible, como el veganismo radical. Si el partido, la figura o el personaje por el cual votamos gana, entonces nada es mejor que la democracia confiable, libre y moderna. De lo contrario, la democracia no sirve, es obsoleta, o hubo fraude y manipulación. El mundo es duro para los perdedores y una delicia para los ganadores. 

Resta decir que hoy en día estamos más informados en materia de política que nunca. Años atrás, solamente existían uno o dos periódicos, un par de canales o programas de televisión y radio y tal vez algo de propaganda... quiero decir... desplegados gubernamentales sobre logros políticos. Claro, los había de izquierda y de derecha, pero básicamente decían lo mismo porque como la tía maruca, solamente existía una versión de la verdad, aunque tal vez con mínimos matices imperceptibles. La cosa ha cambiado enormemente. Hoy en día tenemos una gran cantidad de opciones para informarnos sobre la política. Más opciones de televisión, más opciones de prensa impresa y digital, más radio, -por supuesto podcasts inteligentes como este- más cobertura y libertad periodística y, sobre todo, redes sociales. Pero ¿votamos con más información? ¿lo hacemos de forma más inteligente? ¿Es más pensado y estructurado nuestro voto? ¿Dónde guarda Superman su capa mientras está disfrazado de Clark Kent? Me di a la tarea a informarme y contestar estas preguntas de vital importancia. 

Empecemos por la razón... ¿Por qué votamos? El saber por qué votamos trajo de cabeza, durante mucho tiempo a politólogos, pero también a sociólogos, pero también a Economistas, pero también a mercadólogos y a matemáticos, científicos, psicólogos, artistas, pintores, carpinteros, plomeros. La conclusión es que nadie sabe porque votamos. El comportamiento humano es único e indescifrable. Las razones son tan cambiantes como lo es o al menos como debería ser, la ropa interior.  

Hay teorías de un voto basado en clases sociales o lealtades tribales a un partido por ideologías. Hay teorías de interés personal... colores y formas o banderas e himnos. Lo cierto, concluye la BBC, es que no somos seres racionales. Somos seres e-mo-cio-na-les

https://www.bbc.com/news/election-2015-32537661 

Por eso fue tan fuerte el matrimonio entre la política y las redes sociales. Pura emoción por todos lados. Verlos salir de la iglesia, ver volar arroz y palomas blancas mientras subían a un auto con latas amarradas a las defensas, fue una bocanada de aire fresco. Era el sitio perfecto para decir que pensábamos, pero sobre todo que reacción teníamos sobre las cosas. Lo que en muchas ocasiones era políticamente incorrecto decir sobre la política en la cena de navidad o en el cumpleaños del abuelo, se podía lanzar al ciber espacio a través de redes sociales -sin que al abuelo le diera un infarto. Pero, sobre todo, permitió compartir información de primera mano a través textos, audio y más aún, video. Esa fue la gran aportación de las redes sociales: ofrecer la capacidad de compartir, como un medio de comunicación masivo, lo que en realidad pasaba frente a tus narices, lo que pasaba en tu entorno... ¡LIVE! Solamente era necesario sacar el celular, apuntar y comenzar a transmitir video en vivo. Streaming. Permitieron romper el monopolio de la manipulación de información que existía en los gobiernos, y, sobre todo, en los gobiernos autoritarios así como en muchos medios de comunicación. La primavera árabe, por ejemplo, comenzó a difundir información de primera mano, directamente desde las calles, directamente el sentir de la gente, la emoción, indica Vox.  

Bono, (el de U2, no César) dijo que las nuevas tecnologías serían mortales para los dictadores. Cierto...aunque parcialmente. Es difícil para un dictador reprimir información de redes sociales. La gente ganó. Hasta que los perversos se dieron cuenta que no era necesario desmentir la información, tampoco actuar bien pues había más información real. Simplemente la información se contraatacó con des-in-for-ma-ción, indica Vox. Hoy en día no es necesario desmentir información, simplemente generar otra para confundir al ciudadano de a pie para que tenga que decidir qué es lo que en realidad está pasando. Como el Aston Martin de James Bond, sacar un poco de aceite para que la verdad patine y se estrelle sóla.  

https://www.vox.com/policy-and-politics/2019/1/22/18177076/social-media-facebook-far-right-authoritarian-populism 

El problema se agravó entonces. Ahora teníamos, desde la calle, información real y falsa, información de primera mano e información manipulada. Información real que es real pero que hacemos pasar como falsa subrayándola y desacreditándola. Nació el Fake News. Lo complicado fue, entonces, tener la capacidad de discernir entre una y otra. 

Este, es un fenómeno que se da, mayormente, en la política. En efecto, no puedo decir que el marketing fuera de la política es completamente honesto, también en las organizaciones privadas hay una crisis ética, sobre todo en marketing y ventas. Pero al menos las mentiras no son tan descaradas como en la política, nada pasa más allá de una pequeña manipulación en infomerciales y productos milagro... y nada más... Ciertamente, hay un código de ética en el que las hamburgueserías no hablan mal una de la otra o plantan información en redes sociales información de la tienda de enfrente. El colesterol sucio de la comida rápida se lava en casa...lo mismo sucede con los refrescos de cola o las marcas de equipos de telefonía celular...  

Al final, uno decide que ver, que escuchar, que leer y, sobre todo, que creer. Informarse, no informarse o desinformarse.  

Jason Brennan, filosofo político de la Universidad de Georgetown y autor de Against Democracy, sostiene que Trump le debe su victoria a los no-informados. Entre otras cosas, subraya que tanto las agendas de migración como la de comercio “vuelan en contra de los consensos entre derecha, izquierda y centro”, así como con lo que piensan los votantes informados. La ignorancia de los votantes está decidiendo la política de hoy en día. Mucha gente votó por el doble desconocimiento. Desconocer lo que quiere decir y al mismo tiempo, votar porque su desconocimiento de las políticas pueda traer algo distinto a la mesa de lo que siempre ha sucedido, Indica la universidad de Cornell. La estrategia de hoy en día, se basa en la ignorancia. Apostar en el capital intelectual de la ignorancia para ser exitoso en la política.  

Brennan reta la moralidad de la democracia. Todos los adultos, tanto de derecha como de izquierda tienen el derecho a votar y el ganador, tiene el derecho a gobernar, sin embargo, Brennan piensa de otra manera, indica el Washington Post.  

Brennan divide a las personas en tres tipos de perfiles.  

Hobbits: Primero, aquellos quienes no tienen intereses en la política. Tienen un nivel muy bajo en el conocimiento de la política.  

Hooligans: Segundo, aquellos que tienden a saber más, pero son sesgados en su nivel de información y tienden a descartar de antemano los argumentos opuestos. Carecen, también de cualquier tipo de sofisticación científico social.  

Vulcanos: Tercero, tienen un amplio conocimiento y sofisticación analítica con una mentalidad abierta. No dejan que la emoción y el prejuicio nublen su juicio. Muy pocas personas están en este sector.  

https://www.washingtonpost.com/news/volokh-conspiracy/wp/2016/09/03/democracy-vs-epistacracy/ 

La mayoría de las personas caen en el perfil uno y dos. Falta de conocimiento político o conocimiento básico. Se comportan más como “fanáticos” que como “buscadores de la verdad”, indica. Y el problema es este: vemos nuestro voto como uno en un millón o diez millones o cien millones es muy poco en realidad, por lo cual no hay un verdadero incentivo en investigar o tomar una verdadera decisión certera. El resultado, ya lo conocemos. Patéticos políticos liderando estrategias que ni siquiera ellos conocen –y si te lo preguntas no... y si... hablo de ninguno, pero también hablo de todos. Rojos, azules, izquierdos derechos, centros, populistas y.... ni siquiera sé cuál es el antónimo de populista. Ah! pero luego viene la cruda post-voto... hubiera investigado, hubiera sabido, me hubieras dicho. Porque no lo vi... hoy votaría distinto. 

Bien, pues la idea de Brennan es un poco... un poquito... un tantitititito... radical.  

“En la mayoría de las situaciones, a la gente no se le debería permitir tomar decisiones por otros, a menos, de que tenga un nivel razonable de competencia o conocimiento.” Es el que denomina El principio de la competencia.  En realidad, no permitimos a dementes tomar decisiones sobre medicina... ¿’no es así? ¿Por qué entonces deberíamos permitirlo en las decisiones de nuestros gobernantes? 

La democracia tiene fallas profundas, es incluso, como decía Churchil: “La democracia es la peor de las formas de gobierno, exceptuando las otras”. Pero ¿Qué tal a epistocracia? Aristo-¿QUÉ? EPISTOCRACIA. Nada que ver con las epístolas del evangelio. El gobierno de los ilustrados. En un mundo moderno, esto es lo que hay que discutir con los niños en la mesa o con los adultos en el bar. Es tan importante y profundo como el impacto de los incendios en el Amazonas o la justificación de la piña en la pizza hawaiana. Así de importante, así de profundo.  

Suena como una barrera del gobierno, una restricción de una pequeña elite para abusar del poder, pero es en realidad, restringir el voto a quien está más informado y menos sesgado. Lo que Brennan propone es, por ejemplo, la franquicia para limitarse a aquellos que puedan pasar una prueba básica de conocimiento político. Antes se restringía a las decisiones políticas por factores de raza o riqueza, heráldica o raíces. Aquí hay muchos ricos que no tendrían ni idea de la política y pobres con un conocimiento profundo. Si bien desbalance la ecuación en unos lados, la compensa en otros en miras del bien común: más información y conocimiento en el sistema. 

Restringir el voto podría sonar radical. Sin embargo, ya lo hacemos. El 20% de la población no vota porque son niños. Si esos niños fueran políticamente ilustres ¿podrían o deberían votar? Muchos lo son, basta con hablar con un niño de 10 años para encontrar más sentido común que en muchos adultos -incluyéndome. Lo mismo pasa con inmigrantes. No se les permite votar a menos de que pasen un examen de conocimiento de historia y política, a pesar de que son ellos quienes más viven las fallas del sistema que se requiere arreglar. ¿Quiubolé? 

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En un inicio me pareció absurda la propuesta, hasta que leí un extenso documento de la Universidad de Cornell. Simple. Trump gano por el voto ignorante –ignorante me refiero a la falta de información, aunque conocemos la ignorancia de grupos radicales, a los que no pretendo ni quiero defender, simplemente es una burlilla sarcástica. Grupos que votan por una frase en un rally o en una conferencia: Bad Hombres, pero que desconocen la profundidad de un posible resultado en políticas públicas exteriores, migración y comercio. Muchos de ellos, como sabemos ya, se vieron afectados en sus negocios por las políticas de Trump y que ellos mismos votaron. Lo mismo sucedió con el Brexit. Después de la votación, la búsqueda más alta en Google resultó ser “¿Que es la Unión Europea?”, por supuesto después una de las preguntas más populares en Google: ¿porque es mi excremento es verde?” (Por cierto, la respuesta es que estas comiendo demasiadas verduras como brócoli, espinaca, khale o Blueberries). Ya es, incluso, una estrategia. Ir a por las manzanas de abajo, las denominadas “low Hanging Fruit” y ganar con este voto.  

http://www.cornellpolicyreview.com/political-knowledge-paradox-voting/ 

https://www.mondovo.com/keywords/1000-most-asked-why-questions-google 

La cosa es que cada vez hay más información y también más desinformación. Las redes sociales están llenas de... de todo... de lo que quieras escuchar en realidad. Radicalismo de un lado y del otro. Es una interminable escala de grises que comienza en un negro profundo y termina en el blanco más pálido que jamás viste. Ilustrarse es complicado y Confundirse es fácil, porque ese es el objetivo de la información de hoy en día, o más bien, de la desinformación. Si no puedes convencerlos, confúndelos. Y el contenido o el empaque es crítico. Mientras más amarillista, radical, producido o espectacular sea, mejor. Mas convincente parecerla.   

Sí, el mundo necesita mejores gobernantes y mejores gobiernos, pero... ¿Es una cuestión de ellos? ¿De los gobernantes o de nosotros el electorado? ¿Habría mejores gobiernos los países si hubiéramos sabido elegir mejor? O tal vez ¿mejorarían las opciones de los candidatos al dirigirnos hacia una epistocracia? Al final siempre votamos, no por el mejor candidato si no por el “menos peor”. Si algo he aprendido es que es un sentir mundial –no se si universal-, y esto lleva sucediendo durante muchos años. ¿Sería efectivo que los ilustrados votaran por los menos afortunados? Al final la ignorancia de muchos, es resultado de los malos gobiernos anteriores y de la restricción a la educación y por ello, debemos mandarlos a la “cubeta” de los que no pueden tomar sus propias decisiones como los niños o al salón de los apestados. ¿Podríamos hacer, de alguna forma, un examen a 50, 100, 200 o 300 millones de personas para dividir quien si tendría derecho a votar y quién no? ¿Y bajo qué criterio? ¡Ni siquiera podemos organizarnos para hacer un examen de manejo para las licencias de conducir! 

Y por supuesto, la idea no es mala, yo la apoyaría, siempre y cuando esté por encima de la media del examen y pueda aprobarlo. El beneficio me agrada, siempre y cuando la línea de los listos termine por debajo de mi nombre en la lista. ¿no crees?  

Esto fue Azul Chiclamino, la realidad de lo absurdo. Yo soy Rodrigo Llop. Visita Azulchiclamino.com y nuestro canal de Youtube con contenido distinto.  Por cierto ¿ya conoces Cerebro de Silicio? Es el nuevo podcast de Azul Chiclamino. Un podcast de tecnología y de negocios... bueno, de negocios y tecnología. Un podcast de inteligencia artificial aplicada a los negocios. ¡Dáte una vuelta! 

Gracias. 

Lo más curioso del caso es que al hacer un examen de conocimiento en la epistocracia, probablemente el 80% de los que hoy nos gobiernan, no pasarían. No tienen los conocimientos, no tienen el interés, no tienen la capacidad... ¿No sé... al final nos quedaríamos sin clase política?